Nació en Puerto Cumarebo, Distrito Zamora, el 5 de septiembre de 1900 y murió en la misma ciudad, el 25 de abril de 1986. Hijo de don Manuel Vicente Cuervo Márquez y de doña María Reyes de cuervo.
Sus primeras letras son enseñadas por el presbítero José Ramón Castellano. Más tarde ingresa en la escuela dirigida por la maestra Hercilia Henríquez de Eizaga. Después en calidad de alumno participa, principalmente, en las escuelas privadas de Gabriel Martínez, Josephin Calixto Leydenz, Domingo G. Coutinho, Carlos María Padrón y Angel S. Domínguez.
Como a los 18 años de edad funda una escuela, porque el Puerto de Cumarebo necesitaba un maestro y pedía un Colegio donde obtener siquiera leer, escribir y contar.
Sensible a las privaciones y al padecimiento de su tierra nativa, y animado por una poderosa vocación magisterial y divulgación cultural, Manuel Vicente Cuervo Reyes, invita a los niños pobres, para que reciban instrucción gratuita en su propia casa. La probabilidad del lucro personal estaba muy distante de su pensamiento. Sólo buscaba encontrar este propósito con el objeto de contribuir en alguna forma a mejorar las condiciones de vida de la infancia de su pueblo, formar una conciencia nueva, diferente a la que prevalecía en su ambiente social, donde la actividad predominante de los hombres alternba entre los rudos trabajos físicos y las infecundas luchas de las guerras civiles.
Más de siete años de altruista labor no remunerada, formaron el generoso aporte del maestro Cuervo Reyes al esparcimiento de la educación. Con el tiempo fue creciendo el afecto del pueblohacia aquel incipiente maestro de juventudes, y todo el pueblo de cumarebo lo comenzó a llamar, con afecto y admiración "Chento Cuervo" o simplemente "Chento".
Fue solamente en 1925 cuando comenzó a ser reminerada la obra magisterial de este educador falconiano. Su prestigio de buen maestro había trascendido ya hasta llegar a las más altas autoridades educativas que, en justo reconocimiento a tan noble dedicación a la enseñanza, le asignaron un sueldo como instructor de la Escuela Federal Núm. 61 de aquella ciudad porteña del Estado Falcón.
Con respecto a este nombramiento, el doctor Mariano Jacobo Penso, en su libro Cumarebo en 50 Crónicas, publicada en 1988, dice lo que sigue:
" Alumno y amigo, ayudaba al bachiller Angel S. Domínguez, Chento Cuervo, lampiño, pelado al rape, de rostro fino y delicado, casi aniñado, vestía como Domínguez con gran pulcritud, generalmente dril blanco; el bachiller gustaba de las telas de paño oscuro. Chento ponía orden entre la parvada sentada en los largos mesones de escritura, aquellos de dos declives con una hilera de agujeros en el centro para colocar los frascos de tinta alizarina que enrojecía cuadernos y manchaba en los dedos".
Y sigue narrando:
"Chento empezó su labor con historia, y al poco tiempo empezó por el pueblo la noticia de que el nuevo maestro refería cuentos de la vida de Simón Bolívar, de Francisco de Miranda y contaba cómo se libraron las grandes batallas...".
Y al exponer la forma de explicar las clases el maestro Manuel Vicente Cuervo Reyes, el doctor Colina, manifiesta: "Explicaba con calma, claridad y vocabulario apropiados a los temas de las distintas materias y luego preguntaba y repreguntaba, y como los alumnos se sentaban en bancos cuyos puestos constituían una calificación, yendo de la cabeza a la cola, es decir, desde el primero considerado la cabeza de la clase hasta el último constituido por el extremo calificado como la cola. Quien contestaba correctamente conservaba su puesto, subía al inmediato superior, si su compañero no había contestado bien bajaba al inmediato inferior. De esta manera estas preguntas se esperaban con entusiasmo para subir y bajar, constituyendo cada interrogatorio en un divertido juego emulatorio".
La profesora Josefina Ernst, en su trabajo intitulado Recordad este nombre Manuel Vicente Cuervo, publicado en la revista Cardón Núm. 5, enero-marzo, 1945, relata:
"A pesar de que su tiempo estaba casi completamente absorbido por la escuela infantil y el servicio nocturno, no descuida su propia superación como educador. No siendo maestro graduado --sólo había recibido la Instrucción Primaria --comprendía que para estar al día en materia de métodos educacionales necesitaba estudiar, perfeccionarse. Cuando el Ministerio de Educación abrió cursillos de Capacitación Técnica acudió con entusiasmo a recibir las lecciones que más tarde iban a redundar en beneficio de sus discípulos".
El periodista falconiano Alí Brett Martínez en su reportaje titulado "Chento Cuervo: El maestro de Cumarebo", publicado en El Nacional el 5 de septiembre de 1968, al referirse a la capacidad de trabajo de este hombre y a su metodología empleada en las clases, dice:
"Chento, tenía un potencial de trabajo sorprendente. Hubo ocasiones en que atendía a cuatro grados a un misto tiempo, además era registrador Municipal y fotógrafo. Una vez el Inspector Técnico, Américo Briceño VAlero, se enteró de la cuestión y dijo: voy a Cumarebo a conocer ese fenómeno que llaman "Chento Cuervo", pues el maestro citado enseñaba la Historia de Venezuela por José María Baralt, González Guinán, Juan Vicente González, Pedro Manuel Arcaya y José Gil Fortoul. Las gramáticas eran las de Rufino J. Cuervo, Andrés Bello, Miguel Ángel Granado y Gramática de la Lengua Española, de allí que la fama de que "un sexto grado enseñado por "Chento" Cuervo, equivalía a un primer año de Bachillerato de cualquier Liceo del país".
El 28 de julio de 1973, el Ministro de Educación, doctor Enrique Pérez Olivares, en el Grupo Escolar "Padre Román", impone la condecoración Andrés Bello en Segunda Clase al educador Manuel Vicente Cuervo Reyes, y con respecto a este acto, el doctor Mariano Colina, manifiesta: "no solo por ser la primera vez en la historia de Puerto Cumarebo, que venía un Ministro a esta población, sino porque el objeto de su visita representaba una meta deseada y conseguida por el clamor popular, aquello que fue la fiesta colectiva de más grandes proporciones que hemos tenido.
Su muerte ocurrida en Puerto Cumarebo, el 25 de abril de 1986, fue muy sentida y lamentable, ya que con la desaparición de este hombre, el Estado Falcón y Venezuela toda ha perdido uno de los más notables educadores de la juventud en nuestro país.
Extraído de: Educadores Falconianos. Luis Arturo Domínguez. Publicaciones del Rectorado de la Universidad Francisco de Miranda. Coro 1995.
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