viernes, 12 de noviembre de 2010

JOSEFA VICTORIANA RIERA

Para formar hombres útiles y virtuosos, hay que empezar por impartir instrucción y educación

Nació en Coro, Distrito Miranda, el 23 de marzo de 1863 y murió en la misma ciudad, el 6 de abril de 1941. Era descendiente del español Sergio Riera, establecido en territorio coriano en 1810.
Hizo sus estudios de primaria en la Escuela Federal "Talavera", de Coro, y una vez concluidos se dedicó a la literatura, al periodismo y al magisterio. sus dos campos de acción fueron la prensa y la escuela.

En 1904 fundó la revista literaria La Cíatara, la cual duró hasta 1927, y en 1909, el periódico independiente El Verbo Democrático.

Su preocupación pedagógica cristalizó en la fundación en 1908, de una escuela privada a la cual dió el nombre del doctor José Curiel Abenatar, hombre autenticamente ilustre por su bondad, sabiduría y sencillez. En esta escuela doña Josefa puso todos sus afanes, sus desvelos y sus máximas aspiraciones, ya que sabía que, para formar hombres útiles y virtuosos, hay que empezar por impartir instrucción y educación. Esta labor se prolongó ininterrumpidamente hasta el año 1937.

Su escuela era también un lugar de reunión y de diálogo fecundo de muchos intelectuales corianos.

La maestra doña Josefa Victoriana Riera de Torrealba arráiz era de elevada estatura, blanca, elegante, gentil y de buena presencia. Su frente era amplia y despejada, sus cejas pobladas y sus ojos castaño oscuro, poseía una mirada triste y penetrante. Contrajo matrimonio dos veces. Con su primer esposo tuvo un hijo llamado CArlos Penso.
Otros rasgos de su carácter eran su amor por la justicia, voluntad firme y constancia de pensamiento, palabras y acciones. toda su vida se destacó por su gran energía y por su lucha por el bien del pueblo. Era una persona de gran sensibilidad humana y, no obstante ello, su entereza de carácter se amedrentaba cuando oía los truenos y veía los relampagos precursores de la lluvia. Por otra parte no podía presenciar la muerte de cualquier animal, porque sentía horror por la sangre.

En el cementerio nuevo de la ciudad de Coro, sus numerosos discípulos y el Consejo Municipal del Distrito Miranda le erigieron un monumento de mármol blanco en el cual está ella representada de cuerpo entero teniendo a sus pies a un grupo de niños. Este monumento es una prueba de la gratitud que sus alumnos y el consejo sienten por la admirable labor llevada a cabo por tan distinguida educadora.
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Extraído de: Educadores Falconianos. Luis Arturo Domínguez. Publicaciones del Rectorado de la Universidad Francisco de Miranda. Coro 1995.

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